Las playas fluviales de Asturias son verdaderamente joyas escondidas, perfectas para aquellos que buscan escapar del bullicio y descubrir rincones naturales poco conocidos. Con su combinación única de agua dulce y entornos boscosos, estas playas ofrecen un paisaje idílico ideal para relajarse y disfrutar del contacto directo con la naturaleza. Desde pequeñas calitas hasta amplias orillas bordeadas por verdes prados, cada playa fluvial ofrece su propio encanto y promete una experiencia inolvidable para quienes se aventuren a descubrirla.
Olla de San Vicente
Este piscina natural entre los concejos de Cangas de Onís y Amieva tiene aguas cristalinas y frescas, que invitan a sumergirse y disfrutar de un refrescante baño en medio de la naturaleza. El entorno que rodea a esta piscina es simplemente espectacular, con altos acantilados rocosos cubiertos de vegetación exuberante y árboles milenarios que proporcionan sombra durante los días calurosos.
Además de nadar, los visitantes pueden explorar los alrededores mediante senderismo o simplemente relajarse en las orillas del río mientras escuchan el suave murmullo del agua. Es un lugar ideal para conectar con la tranquilidad y hermosura del paisaje asturiano.
La cascada que se forma dentro de la piscina natural añade un toque mágico al lugar, creando un ambiente aún más especial. Es una experiencia única poder admirar este impresionante fenómeno natural mientras se nada o se contempla el entorno desde alguna roca cercana.
En cuanto a servicios, el área cuenta con aparcamiento gratuito cerca de la entrada, así como mesas de picnic donde las familias pueden disfrutar de meriendas al aire libre. También hay baños públicos disponibles para mayor comodidad.
Sin duda alguna, esta piscina natural es uno de esos tesoros ocultos que merece ser descubierto por locales y visitantes por igual. Un destino perfecto para escapar del bullicio urbano y conectarse con lo más auténtico que ofrece la naturaleza asturiana. Puente romano (Cangas de Onís).
Playa fluvial de Aballe
El recorrido por la prolífica ribera del Sella se detiene ahora en el pueblo de Aballe, en el que existe una playa fluvial cerca de la iglesia.
Este pequeño y encantador pueblo, ubicado a orillas del río Sella, cautiva a sus visitantes con su belleza natural. En Aballe, la ribera del Sella se convierte en un remanso de paz donde los lugareños y turistas disfrutan de momentos inolvidables.
La playa fluvial, cercana a la imponente iglesia del pueblo, es el lugar perfecto para relajarse y refrescarse durante los calurosos días de verano. Sus aguas cristalinas invitan a darse un baño revitalizante mientras se contempla el paisaje verde que rodea este pedacito de paraíso. La arena dorada y fina bajo nuestros pies nos hace sentir como si estuviéramos en una playa paradisíaca lejos del bullicio urbano.
A lo largo de esta hermosa ribera se pueden encontrar diversos senderos que serpentean entre bosques frondosos y prados verdes. Caminar por ellos es asombrarnos con las maravillas naturales que nos regala este rincón del mundo; cascadas ocultas tras la vegetación exuberante, aves autóctonas revoloteando entre los árboles e incluso alguna nutria curiosa observando desde el río.
Más allá de la playa fluvial, Aballe también ofrece otros tesoros por descubrir. Su iglesia centenaria con su excepcional arquitectura gótica es testigo silencioso de numerosas historias vividas en estas tierras. Sus campanarios altivos hacen eco en todo el valle brindándole una imagen majestuosa al conjunto histórico-artístico.
En cuanto a gastronomía, Aballe no se queda atrás. Aquí podemos deleitarnos con platos tradicionales asturianos preparados con esmero y dedicación por los lugareños. Los sabores intensos y auténticos de la cocina asturiana nos invitan a probar deliciosas fabadas, cachopos gigantes y sidra fresca que harán las delicias de nuestro paladar.
Sin duda alguna, el pueblo de Aballe es un rincón mágico en la ribera del Sella que atrapa a todo aquel que se adentra en él. Un lugar donde naturaleza e historia se entrelazan para crear una experiencia única e inolvidable. La Presa (Cangas del Narcea).
El Cherón de Kiko
Recibe su nombre del restaurante instalado en el área recreativa aledaña a la piscina fluvial, donde su propietario ha instalado barbacoas, mesas y sombrillas.
El restaurante, llamado El Paraíso Fluvial, se ha convertido en un lugar emblemático para los visitantes que buscan disfrutar de un día soleado junto al río. Su propietario, Don Pedro, ha dedicado años de esfuerzo y amor a este lugar, convirtiéndolo en una parada obligatoria para aquellos que desean deleitarse con la deliciosa comida y el hermoso entorno natural.
Las barbacoas instaladas ofrecen la oportunidad perfecta para preparar su propia carne asada o pescados frescos directamente del río. Los aromas tentadores llenan el aire mientras las brasas crepitan bajo las parrillas expertamente diseñadas por Don Pedro.
Además de la gastronomía exquisita, El Paraíso Fluvial cuenta con mesas distribuidas estratégicamente entre árboles frondosos que proporcionan sombra refrescante durante los días calurosos. Las familias se reúnen alrededor de ellas compartiendo risas y conversaciones animadas mientras saborean platos tradicionales y saludables preparados por manos expertas en la cocina.
La piscina fluvial añade otra dimensión a esta experiencia única. Sus aguas cristalinas invitan a nadar y refrescarse después de una comida satisfactoria. Los niños saltan desde pequeñas rocas mientras los adultos encuentran relajación flotando suavemente sobre el agua escuchando el sonido tranquilizador del río cercano.
Don Pedro siempre está atento a cada detalle para asegurarse de que sus clientes se sientan como en el auténtico paraíso terrenal. El excelente servicio y la atención personalizada hacen que cada visita a El Paraíso Fluvial sea inolvidable.
Mientras disfrutan de la comida y del entorno idílico, los visitantes también pueden deleitarse con la música en vivo que se ofrece algunos fines de semana. Cantantes y músicos talentosos amenizan el ambiente con melodías vibrantes que resuenan entre los árboles y añaden un toque especial a esta experiencia mágica.
Sin duda alguna, El Paraíso Fluvial es mucho más que un restaurante convencional. Es un lugar lleno de encanto, donde la naturaleza y el buen gusto culinario se encuentran para brindar momentos memorables. Cada visita es una oportunidad única para vivir intensamente este pequeño oasis junto al río, donde la tranquilidad y el placer son las máximas prioridades.
Ría de Niembro
En esta zona, las mareas son conocidas por su gran amplitud y por crear un espectáculo natural impresionante. Durante la pleamar, el agua del mar penetra en la ría formando una auténtica piscina natural de aguas cristalinas.
Los lugareños aprovechan estas condiciones para practicar actividades acuáticas como la natación o el kayak. Además, pasear junto a la orilla durante este momento es todo un deleite visual, ya que se pueden observar diversas especies marinas nadando entre los bancos de arena.
Por otro lado, cuando llega la bajamar, el paisaje cambia por completo. La ría pierde buena parte de su agua y deja al descubierto extensas llanuras fangosas. En ese momento es posible caminar sobre ellas y explorar a pie lugares que quedan ocultos bajo las aguas durante otras épocas del día.
Este fenómeno también permite disfrutar de actividades más específicas como la pesca a través del método tradicional asturiano conocido como el chambel. Los pescadores lanzan sus redes desde pequeñas embarcaciones mientras esperan pacientemente a que suba nuevamente el nivel del agua con la siguiente pleamar.
Sin duda alguna, en Niembro las mareas son uno de los grandes protagonistas y forman parte inseparable del encanto natural de esta localidad costera asturiana. Tanto visitantes como habitantes locales pueden disfrutar diariamente de este fenómeno único que regala momentos inolvidables al borde de sus playas y rías.